viernes, 9 de octubre de 2009

No somos narcos los de la Santa Muerte.

No somos narcos los de la Santa Muerte

El líder religioso afirma que la guerra convocada busca que se respete su derecho de credo. El número de devotos de ese culto aumentó a 5 millones de seguidores, los cuales se extendieron por varios países.
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  • 2009-04-01•

Foto: Octavio Hoyos

La guerra santa consiste en una serie de movilizaciones para decirle a toda la
sociedad mexicana que los devotos de la Santa Muerte no somos narcotraficantes, ni delincuentes.

El líder de la Iglesia católica tradicional Mex-USA, David Romo Guillén, afirma que su lucha no busca llegar a instancias “lamentables”, pues su plan es que las instituciones calmen el brote de intolerancia contra su credo, el cual ha sido violento.

“Esto no puede quedar impune y es motivado por el derrumbe de altares (la semana pasada en Tamaulipas). La forma como lo hicieron, con el Ejército; como si hubiera ahí grupos criminales. Es ofensivo para nuestros devotos, ya que nos están discriminando. Nos califican como delincuentes”.

¿Cómo se pueden desvincular de que es un culto que practican delincuentes?

Son casos aislados. Son notorios por las circunstancias en que han apresado a un ladrón que trae la imagen de la Santa Muerte.

Nuestros devotos son gente de todos los niveles, trabajadores, estudiantes, profesionistas y políticos que depositan sus ofrendas a la Santa por los favores recibidos”.

¿Cuál es el crecimiento de este culto?

En 2003 se dio a conocer oficialmente la devoción a la santísima y en la actualidad contemplamos que en México hay más de cinco millones de devotos. También hay seguidores en España, Australia y Sudamérica.

Nos causa una grave perturbación que nos etiqueten de criminales, asesinos, traficantes y demás calificativos. No tenemos nada que ver con ellos, pues de ser así tendríamos una iglesia de pronósticos reservados, debido a la cantidad de narcolimosnas que recibiríamos; sin embargo, vivimos al día”.

En Estados Unidos han sido los propios migrantes, los paisanos, los que van extendiendo la devoción, explica.

¿Qué solicitan ustedes con este movimiento?

“Respeto a nuestro culto. El respeto universal, basado en los derechos humanos, de libre reunión, el cual está reconocido en la Constitución mexicana.

Los altares los construyen los devotos y no tienen nada de ostentosos, es decir, no hay narcotraficantes detrás financiando la construcción de estos inmuebles”.

Eugenia Jiménez

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